Sorpresa. El “papable” de la Comunidad de San Egidio no es Zuppi, sino Tolentino

La pode­ro­sa Comunidad de San Egidio no es nue­va en movi­li­zar­se en vista de un cón­cla­ve. Ya lo inten­tó en el leja­no 1978, apo­stan­do por el enton­ces car­de­nal arzo­bi­spo de Nápoles, Corrado Ursi, para lue­go, inme­dia­ta­men­te después, acti­var­se en un osten­to­so apoyo al ele­gi­do Karol Wojtyla.

Pero hoy esta­ría movi­li­zán­do­se aún más con uno de sus pro­pios afi­lia­dos, el car­de­nal Matteo Zuppi, seña­la­do de mane­ra uná­ni­me por los medios mun­dia­les —e ini­cial­men­te tam­bién por Settimo Cielo— como el can­di­da­to a papa cria­do y pro­mo­vi­do por la Comunidad.

Y, sin embar­go, no es así. Porque el can­di­da­to que real­men­te San Egidio cul­ti­va no es Zuppi, sino el car­de­nal por­tu­gués José Tolentino de Mendonça (en la foto de Franco Origlia / Getty Images).

La razón prin­ci­pal de esta elec­ción es que la per­te­nen­cia de Zuppi a la Comunidad no jue­ga a su favor, sino en su con­tra. Porque un núme­ro cada vez mayor de car­de­na­les elec­to­res descon­fía de un pon­ti­fi­ca­do que cor­re el serio rie­sgo de ser diri­gi­do por una oli­gar­quía exter­na, o más bien, por una mono­cra­cia.

Decía el car­de­nal George Pell, con su reco­no­ci­da com­pe­ten­cia en la mate­ria: “Cuidado, por­que si Zuppi es ele­gi­do en el cón­cla­ve, el ver­da­de­ro papa será Andrea Riccardi”.

Riccardi, de 75 años, es el omni­po­ten­te fun­da­dor y líder de la Comunidad. Renombrado estu­dio­so de la histo­ria de la Iglesia, exmi­ni­stro de Cooperación Internacional, galar­do­na­do en 2009 con el Premio Carlomagno y en 2022 inclu­so can­di­da­to a la pre­si­den­cia de la República Italiana, él es desde siem­pre el úni­co con el poder real e indi­scu­ti­ble de man­do sobre esa for­mi­da­ble máqui­na que es San Egidio, y sobre los hom­bres que la com­po­nen.

El car­de­nal Tolentino, por el con­tra­rio, no solo no per­te­ne­ce a la Comunidad, sino que tam­po­co apa­re­ce en públi­co como espe­cial­men­te vin­cu­la­do a ella. Ni los hom­bres de San Egidio, al apoyar su can­di­da­tu­ra ante uno u otro car­de­nal, se decla­ran sus alia­dos. Lo elo­gian, sí, pero como obser­va­do­res impar­cia­les que eva­lúan con el debi­do distan­cia­mien­to.

Pero, ¿cuá­les son los ele­men­tos del per­fil de Tolentino que los hom­bres de San Egidio valo­ran para pro­mo­ver su can­di­da­tu­ra a papa?

En pri­mer lugar, la ampli­tud de sus hori­zon­tes geo­grá­fi­cos, entre el vie­jo y el nue­vo mun­do. Tolentino nació en 1965 en la isla de Madeira, en el Océano Atlántico, y vivió su infan­cia en Angola, que en aquel enton­ces era una colo­nia por­tu­gue­sa pero ya lucha­ba por su inde­pen­den­cia. De África recor­da­rá siem­pre “el encan­to pre­mo­der­no”. De vuel­ta en Madeira, entró muy joven en el semi­na­rio y, tras com­ple­tar sus estu­dios, inclui­do un doc­to­ra­do en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, se esta­ble­ció defi­ni­ti­va­men­te en Lisboa como pro­fe­sor y lue­go deca­no de la facul­tad de teo­lo­gía de la Universidad Católica Portuguesa, pero con car­gos aca­dé­mi­cos tam­bién al otro lado del océa­no, en Estados Unidos, en la Universidad de Nueva York, y en Brasil, en Pernambuco, Río de Janeiro y Belo Horizonte.

Hijo de Europa, pero tam­bién de África y de las “peri­fe­rias” del mun­do, lite­ra­to y poe­ta pero tam­bién aten­to a los pro­ce­sos de libe­ra­ción, Tolentino fue duran­te mucho tiem­po capel­lán en Lisboa de la Capela do Rato, epi­cen­tro de las vigi­lias de opo­si­ción que inspi­ra­ron en 1974 la “Revolución de los Claveles” y que lue­go se con­vir­tió en un lugar de diá­lo­go cul­tu­ral, polí­ti­co y reli­gio­so, con el apor­te inclu­so de António Guterres, el actual secre­ta­rio gene­ral de las Naciones Unidas.

Desde hace algu­nos años, en la Capela do Rato, la filial por­tu­gue­sa de la Comunidad de San Egidio orga­ni­za en Navidad un almuer­zo para los pobres de Lisboa. Pero las afi­ni­da­des no se detie­nen ahí. De Zuppi se recuer­da su papel paci­fi­ca­dor en los acuer­dos de 1992 en Mozambique, otra exco­lo­nia por­tu­gue­sa en África. Y, sobre todo, tan­to en Tolentino como en los líde­res de la Comunidad, desta­ca la pre­e­mi­nen­cia dada a la cul­tu­ra: para él, espe­cial­men­te a la Biblia, la teo­lo­gía y la lite­ra­tu­ra con­tem­po­rá­nea; para los otros, a la diplo­ma­cia y la histo­ria, en par­ti­cu­lar a la histo­ria de la Iglesia, de la que casi todos son pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios, comen­zan­do por Riccardi.

Y lue­go está la afi­ni­dad en mate­ria de diá­lo­go, que para San Egidio es prin­ci­pal­men­te entre reli­gio­nes, con los gran­des con­gre­sos inter­na­cio­na­les anua­les cele­bra­dos “en el espí­ri­tu de Asís”, con desfi­les de líde­res cri­stia­nos, judíos, musul­ma­nes, hin­dúes, budi­stas, sin­toí­stas, etc., mien­tras que para Tolentino es prin­ci­pal­men­te entre cul­tu­ras, con libros, con­fe­ren­cias eru­di­tas o encuen­tros a dos entre él y un inte­lec­tual desta­ca­do, pre­fe­ri­ble­men­te ale­ja­do de la fe, siguien­do la línea de la “Cátedra de los No Creyentes” inven­ta­da por el car­de­nal Carlo María Martini y del “Atrio de los Gentiles” idea­do por Benedicto XVI y con­fia­do al car­de­nal Gianfranco Ravasi.

De Ravasi, en la curia vati­ca­na, Tolentino es hoy su suce­sor, como pre­fec­to del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Sí, por­que desde que en 2018 el papa Francisco lo lla­mó al Vaticano, sien­do un sim­ple sacer­do­te, para pre­di­car los ejer­ci­cios espi­ri­tua­les de Cuaresma, su car­re­ra ha sido ful­gu­ran­te. Cuatro meses después, Francisco lo nom­bró archi­vi­sta y biblio­te­ca­rio de la Santa Iglesia Romana, en 2019 lo hizo car­de­nal y en 2022 lo puso al fren­te del Dicasterio para la Cultura.

Y como pre­fec­to de este dica­ste­rio, Tolentino ha dado hasta aho­ra la prue­ba más ori­gi­nal de sí mismo al con­vo­car a un encuen­tro con el papa, la maña­na del 14 de junio pasa­do, a un cen­te­nar de acto­res cómi­cos de todo el mun­do, algu­nos de gran noto­rie­dad, con Whoopi Goldberg a la cabe­za, que acu­die­ron en masa aun­que fue­ran fie­ros anti­cle­ri­ca­les, sin que ni siquie­ra se les hubie­ra expli­ca­do el moti­vo de la invi­ta­ción. Entre ellos esta­ba el por­tu­gués Ricardo Araújo Pereira, ateo, ya pro­ta­go­ni­sta en Lisboa de deba­tes con el futu­ro car­de­nal sobre “Dios: una pre­gun­ta para creyen­tes y no creyen­tes”.

Tolentino tam­bién bril­la por su acti­tud para inter­ve­nir con com­pe­ten­cia y refi­na­mien­to en luga­res no habi­tua­les para un ecle­siá­sti­co. Por ejem­plo, en la Bienal de Venecia, don­de recien­te­men­te intro­du­jo a un selec­to audi­to­rio en la relec­tu­ra ínte­gra, en varias sesio­nes, de una obra mae­stra de la místi­ca medie­val como el “Comentario al Evangelio de Juan” de Meister Eckhart.

Los diá­lo­gos en los que tan­to Tolentino como Zuppi sobre­sa­len tie­nen la ven­ta­ja de no divi­dir a la Iglesia, sino de for­ta­le­cer­la. Incluso cuan­do se aven­tu­ran en ter­re­nos mina­dos, como las guer­ras en cur­so en el mun­do, las lla­ma­das a la paz que ema­nan de ellos son tan vagas que pue­den ser suscri­tas por todos. O se mue­ven —como en el caso de Zuppi después de sus fal­li­das misio­nes en Kiev, Moscú y Pekín— solo en el ter­re­no huma­ni­ta­rio del inter­cam­bio de pri­sio­ne­ros y la repa­tria­ción de niños, tam­bién aquí con resul­ta­dos muy esca­sos.

En cuan­to a las guer­ras doc­tri­na­les den­tro de la Iglesia, aquel­las de las que es epi­cen­tro el síno­do de Alemania y que abar­can desde la nue­va moral sexual hasta la orde­na­ción sagra­da de muje­res, la línea de con­duc­ta prac­ti­ca­da siem­pre por la Comunidad de San Egidio es la de no tomar una posi­ción cla­ra ni de un lado ni del otro.

De esta línea de con­duc­ta, Zuppi es un eje­cu­tor per­fec­to, gra­cias a la astu­cia con la que dice y no dice, abre sin nun­ca abrir del todo, siem­pre eva­si­vo en las cue­stio­nes más divi­si­vas. Un ejem­plo de ello es el enig­má­ti­co pre­fa­cio que escri­bió para la edi­ción ita­lia­na del libro “Building a Bridge” del jesui­ta y ami­go del papa James Martin, un acti­vo defen­sor de una nue­va pasto­ral y una nue­va doc­tri­na moral sobre la homo­se­xua­li­dad. La tesis del libro es cla­ra, pero el pre­fa­cio, por sí solo, no lo es.

¿Y Tolentino? Él tam­bién adop­ta ple­na­men­te esta línea de con­duc­ta. Predica y prac­ti­ca con gene­ro­si­dad la aco­gi­da de los homo­se­xua­les en la Iglesia, pero sin invo­car nun­ca un cam­bio en la doc­tri­na. Admite la comu­nión a los divor­cia­dos vuel­tos a casar, pero solo después de que el papa Francisco lo per­mi­tie­ra con la exhor­ta­ción “Amoris Laetitia”. No se ha pro­nun­cia­do a favor o en con­tra de la decla­ra­ción “Fiducia Supplicans”, que per­mi­te la ben­di­ción de pare­jas del mismo sexo, muy cri­ti­ca­da por casi toda la Iglesia en África.

Sobre la orde­na­ción sagra­da de muje­res, Tolentino nun­ca ha dicho lo que pien­sa. Sin embar­go, escri­bió el pró­lo­go a un libro de 2022 titu­la­do “Women Religious, Women Deacons”, de la teó­lo­ga esta­dou­ni­den­se Phyllis Zagano, quien defien­de con fuer­za la orde­na­ción feme­ni­na y for­ma par­te de la comi­sión de estu­dio nom­bra­da por el papa Francisco sobre el dia­co­na­do de las muje­res.

Tolentino tam­bién escri­bió el pró­lo­go a un libro de la mon­ja bene­dic­ti­na y teó­lo­ga femi­ni­sta españo­la María Teresa Forcades i Vila, a quien ha elo­gia­do en varias oca­sio­nes sin adop­tar explí­ci­ta­men­te sus tesis radi­ca­les sobre el abor­to, la orde­na­ción de muje­res, la homo­se­xua­li­dad o la “revo­lu­ción queer” en la Iglesia.

Este espí­ri­tu abier­to, pero no rígi­da­men­te ali­nea­do, faci­li­ta­ría, en los pla­nes de la Comunidad de San Egidio, la con­ver­gen­cia en un cón­cla­ve de un núme­ro bastan­te amplio de car­de­na­les de diver­sos orí­ge­nes hacia Tolentino.

Pero esta flui­dez de posi­ción suya tam­bién podría pro­du­cir el efec­to con­tra­rio. Pocos car­de­na­les apo­sta­rían por un can­di­da­to tan eva­si­vo en deci­sio­nes cla­ras y con una dudo­sa capa­ci­dad de lide­ra­z­go —nun­ca pro­ba­da por Tolentino al fren­te de una dió­ce­sis—, ade­más de tener solo 59 años, después de un pon­ti­fi­ca­do como el de Francisco, que entre­ga a su suce­sor una Iglesia en ple­na con­fu­sión doc­tri­nal y pasto­ral, dejan­do dra­má­ti­ca­men­te inquie­tos, por diver­sas razo­nes, a casi todos, tan­to a la dere­cha como a la izquier­da y al cen­tro.

En resu­men, es difí­cil pre­ver que Tolentino pue­da apa­re­cer ante los car­de­na­les elec­to­res como el hom­bre ade­cua­do para devol­ver un míni­mo de orden al gobier­no de la Iglesia, con pru­den­cia y sabi­du­ría, espe­cial­men­te con una agen­da lle­na de incó­gni­tas como la que Francisco ya ha orde­na­do imple­men­tar de aquí a octu­bre de 2028, desem­bo­can­do en una “Asamblea Eclesial” sin pre­ce­den­tes en la histo­ria y con una fase pre­pa­ra­to­ria detal­la­dí­si­ma pue­sta en mar­cha por él mismo el 11 de mar­zo desde su cama de hospi­tal en el Policlínico Gemelli, comu­ni­ca­da por car­ta a los obi­spos de todo el mun­do.

Indiferente, Francisco, a que sea él o su suce­sor quien deba eje­cu­tar este pro­gra­ma suyo.

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Sandro Magister ha sido fir­ma histó­ri­ca, como vati­ca­ni­sta, del sema­na­rio “L’Espresso”.
Los últi­mos artí­cu­los en español de su blog Settimo Cielo están en esta pági­na.
Todos los artí­cu­los de su blog Settimo Cielo están dispo­ni­bles en español desde 2017 hasta hoy.
También el índi­ce com­ple­to de todos los artí­cu­los en español, desde 2006 a 2016,

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