La Iglesia italiana tiene el récord mundial de abandonos. Con la incógnita de la “zona gris”

Quién sabe si al papa Francisco, obi­spo de Roma y pri­ma­do de la Iglesia ita­lia­na, le ha lla­ma­do la aten­ción el últi­mo estu­dio del Pew Research Center de Washington, que regi­stra en Italia un desplo­me sin pre­ce­den­tes de la per­te­nen­cia a la Iglesia cató­li­ca, más acen­tua­do que en cual­quier otro país del mun­do.

El grá­fi­co adjun­to lo ilu­stra: por cada per­so­na que se suma a la Iglesia cató­li­ca en Italia, más de 28 la aban­do­nan. Es la bre­cha más amplia entre los 36 paí­ses ana­li­za­dos.

El aban­do­no refle­ja­do en el grá­fi­co cor­re­spon­de a quie­nes cre­cie­ron en la Iglesia cató­li­ca pero aho­ra decla­ran no per­te­ne­cer a ella, ya sea por haber­se uni­do a otra reli­gión o, más fre­cuen­te­men­te, por haber renun­cia­do a toda afi­lia­ción reli­gio­sa.

También en Italia es mar­ca­do el dese­qui­li­brio entre sali­das y entra­das en el gru­po de los sin reli­gión: por cada ita­lia­no que aban­do­na esta cate­go­ría para abra­zar una fe, hay más de 28 que ingre­san en ella.

Este aban­do­no de la Iglesia es masi­vo entre los jóve­nes. El 44% de los ita­lia­nos entre 18 y 34 años afir­ma haber deja­do atrás la fe cató­li­ca de su infan­cia y no pro­fe­sar hoy nin­gu­na reli­gión (sal­vo casos aisla­dos de con­ver­sión a otra fe), fren­te al 16% de los adul­tos de 35 a 49 años y el 17% de los mayo­res de 50.

El nivel edu­ca­ti­vo tam­bién influye: el 33% de los ita­lia­nos con mayor for­ma­ción decla­ra haber aban­do­na­do la Iglesia y no iden­ti­fi­car­se con nin­gu­na reli­gión, fren­te al 21% de quie­nes tie­nen menos estu­dios.

Y tam­bién el sexo: el 28% de los hom­bres dice haber deja­do la Iglesia, fren­te al 19% de las muje­res.

Entre los 36 paí­ses ana­li­za­dos por el Pew Research Center, el cri­stia­ni­smo es la reli­gión con mayor índi­ce de aban­do­no, segui­do por el budi­smo, que en Japón ha sido deja­do atrás por el 23% de los encue­sta­dos y en Corea del Sur por el 13%, quie­nes aho­ra se decla­ran sin reli­gión.

Pero Corea del Sur es tam­bién uno de los pocos casos con movi­mien­to inver­so: allí, el 9% de los encue­sta­dos afir­ma haber cre­ci­do sin afi­lia­ción reli­gio­sa, pero pro­fe­sar aho­ra una fe, mayo­ri­ta­ria­men­te cri­stia­na. De hecho, el 33% de los sur­co­rea­nos se iden­ti­fi­ca hoy como cri­stia­no.

La ero­sión de la per­te­nen­cia a la Iglesia cató­li­ca y el con­si­guien­te aumen­to de los sin reli­gión es un fenó­me­no com­par­ti­do por muchos paí­ses. Algunos, espe­cial­men­te en el nor­te y cen­tro de Europa, lle­van déca­das expe­ri­men­tan­do este éxo­do, por lo que aho­ra regi­stran tasas de aban­do­no meno­res que Italia, don­de el fenó­me­no es más recien­te y alcan­za sus picos más altos.

En Italia, la incó­gni­ta sobre el futu­ro de esta evo­lu­ción depen­de en gran medi­da de lo que ocur­ra en la amplia “zona gris”: aquel­los que prac­ti­can poco o nada los ritos de la Iglesia pero siguen decla­rán­do­se cató­li­cos.

Un aná­li­sis detal­la­do de esta “zona gris” apa­re­ce en una inve­sti­ga­ción de noviem­bre de 2024 rea­li­za­da por el CENSIS, pre­sti­gio­so insti­tu­to socio­ló­gi­co ita­lia­no, y la aso­cia­ción “Essere Qui”, crea­da hace unos años con la con­vic­ción de que “la cul­tu­ra cató­li­ca aún tie­ne mucho que apor­tar al desar­rol­lo huma­no, social y eco­nó­mi­co” en Italia y Europa. Entre sus figu­ras desta­can el soció­lo­go Giuseppe De Rita (92 años), inol­vi­da­ble pro­ta­go­ni­sta del cato­li­ci­smo poscon­ci­liar; el ex pre­si­den­te de la Comisión Europea Romano Prodi; y Andrea Riccardi, fun­da­dor de la Comunidad de San Egidio.

El estu­dio reve­la que el 71,1% de los adul­tos en Italia aún se defi­ne “cató­li­co”. Sin embar­go, solo el 15,3% son prac­ti­can­tes, mien­tras que el 34,9% par­ti­ci­pa rara­men­te en los ritos y el 20,9% se decla­ra “cató­li­co no prac­ti­can­te”.

Es este restan­te 55,8% el que con­for­ma la “zona gris”. Más de la mitad no se iden­ti­fi­ca con la insti­tu­ción Iglesia, afir­ma que basta “vivir la fe inte­rior­men­te” y no va a misa, pero todos coin­ci­den en ver el cato­li­ci­smo como par­te esen­cial de la iden­ti­dad y cul­tu­ra nacio­nal.

El 58% de los ita­lia­nos aún cree en la vida después de la muer­te, y la mayo­ría de ellos cree que será distin­ta para quie­nes obra­ron bien o mal. Pero en la vida pre­sen­te, seña­la el estu­dio, “el sen­ti­do del peca­do no es espe­cial­men­te desta­ca­do, pues en los últi­mos cin­cuen­ta años la cul­tu­ra cató­li­ca ha sido fuer­te­men­te ‘per­do­ni­sta’”, reem­pla­zan­do el peca­do por una cul­pa más gené­ri­ca e indi­vi­dua­li­sta.

“La ‘zona gris’ en la Iglesia actual —escri­ben los auto­res— es resul­ta­do del indi­vi­dua­li­smo impe­ran­te, pero tam­bién de una Iglesia solo ‘hori­zon­tal’ a la que le cue­sta seña­lar un ‘más allá’ ”.

El rie­sgo, aña­den, es que esta zona, aban­do­na­da a su suer­te, “se eva­po­re en poco tiem­po”. Entre los jóve­nes de 18 a 34 años, los que se decla­ran cató­li­cos ya han baja­do al 58,3%, fren­te al 71,1% de la media gene­ral.

Pero podría reve­lar­se ilu­so­rio, para la Iglesia ita­lia­na, tam­bién “inten­tar recon­du­cir par­te del rebaño al redil ape­lan­do solo al sen­ti­do de per­te­nen­cia y a una nostal­gia laten­te de lo sagra­do”.

Sería más efi­caz “estar den­tro de la ‘zona gris’ para apro­ve­char esa misma per­te­nen­cia y nostal­gia, no para ini­ciar un cami­no de retor­no, sino para ani­mar e ilu­mi­nar esa zona don­de está, guian­do al rebaño hacia un ‘más allá’ que ya no sabe dón­de está, pero no ha olvi­da­do”.

Esta lec­tu­ra opti­mi­sta de la situa­ción del cato­li­ci­smo en Italia reso­nó el 29 de mar­zo bajo las bóve­das de la cate­dral de Roma, la basí­li­ca de San Juan de Letrán, en un encuen­tro con­vo­ca­do pre­ci­sa­men­te para comen­tar el estu­dio del CENSIS y Essere Qui.

Intervinieron como por­ta­vo­ces Giuseppe De Rita con su hijo Giulio, el jesui­ta Antonio Spadaro (muy cer­ca­no al papa Francisco) y el jefe de San Egidio, Riccardi, quien advir­tió con­tra la ten­ta­ción de apo­star por una “mino­ría crea­ti­va”, que a su jui­cio solo sir­ve de con­sue­lo, cuan­do “hace fal­ta una Iglesia de pue­blo”.

También para De Rita no hay que temer a la “zona gris”, sino apoyar­se en la sub­je­ti­vi­dad como ele­men­to común —inclu­so espi­ri­tual— entre quie­nes no fre­cuen­tan luga­res sagra­dos pero se san­ti­guan antes de un par­ti­do de fút­bol o pien­san, cada uno a su modo, en el más allá.

“El sub­je­ti­vi­smo no debe con­si­de­rar­se como un ene­mi­go —dijo—, sino como un cam­po que cul­ti­var”, para avan­zar “hacia ade­lan­te y hacia lo alto”, como decía Teilhard de Chardin, o sea, con­ju­gan­do indi­so­lu­ble­men­te “evan­ge­li­za­ción y pro­mo­ción huma­na” y dejan­do “obrar al espí­ri­tu”.

“El tra­ba­jo del espí­ri­tu” era pre­ci­sa­men­te el títu­lo del encuen­tro en San Juan de Letrán, don­de el “espí­ri­tu” era al mismo tiem­po el “logos” racio­nal y huma­no y el “Verbo” divi­no que la Iglesia tie­ne el man­da­to de pre­di­car, como desta­có otro de los ora­do­res, el filó­so­fo no creyen­te Massimo Cacciari.

Para Cacciari, sin embar­go, la Iglesia no debe ceder pasi­va­men­te a la hodier­na “catá­stro­fe antro­po­ló­gi­ca”, sino eri­gir­se de nue­vo en “signo de con­tra­dic­ción”, inclu­so jun­to a quien no cree pero busca recon­struir en ple­ni­tud el disuel­to “homo poli­ti­cus”.

Precisamente sobre la exi­gen­cia de una Iglesia “signo de con­tra­dic­ción” cen­tró su inter­ven­ción –en un evi­den­te con­tra­pun­to a De Rita, Riccardi y Spadaro– el sacer­do­te roma­no Fabio Rosini, bibli­sta y pro­fe­sor de comu­ni­ca­ción de la fe en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.

Para Rosini, la “zona gris” es la señal de una cre­cien­te irre­le­van­cia de la Iglesia en la socie­dad, cuan­do no un ver­da­de­ro “sui­ci­dio ecle­sial”, hecho de sumi­sión a los pode­res de este mun­do y de reduc­ción del anun­cio cri­stia­no a una tri­ste nor­ma­ti­va moral.

Para tener “resul­ta­dos total­men­te con­tra­rios a las esta­dí­sti­cas de la inve­sti­ga­ción —dijo Rosini— no hay que hacer nin­gu­na reba­ja al signo de con­tra­dic­ción que es el Evangelio”. Y citó un memo­ra­ble discur­so de Joseph Ratzinger en 1969:

“El futu­ro de la Iglesia resi­di­rá en aquel­los cuyas raí­ces son pro­fun­das y viven en la ple­ni­tud pura de su fe. No en quie­nes no hacen más que adap­tar­se al momen­to pre­sen­te. […] De la cri­sis de hoy sur­gi­rá maña­na una Iglesia que habrá per­di­do mucho. Se hará pequeña, ten­drá que empe­zar todo desde el prin­ci­pio. Ya no podrá lle­nar muchos de los edi­fi­cios con­strui­dos en una coyun­tu­ra más favo­ra­ble. Perderá adep­tos, y con ellos muchos de sus pri­vi­le­gios en la socie­dad. Se pre­sen­ta­rá, de un modo mucho más inten­so que hasta aho­ra, como la comu­ni­dad de la libre volun­tad, a la que sólo se pue­de acce­der a tra­vés de una deci­sión […] El futu­ro de la Iglesia, como siem­pre, lo mol­dea­rán los san­tos: hom­bres que pien­san más allá de los esló­ga­nes del día”.

En resu­men, la “zona gris” del cato­li­ci­smo en Italia no es una rea­li­dad a la que aco­mo­dar­se, con­cluyó Rosini, sino “una oca­sión pro­vi­den­cial para ser Iglesia pro­fé­ti­ca”. Tarea audaz, por­que “la Iglesia es el lugar de lo subli­me, y lo bel­lo y lo fácil rara vez van de la mano”.

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Sandro Magister ha sido fir­ma histó­ri­ca, como vati­ca­ni­sta, del sema­na­rio “L’Espresso”.
Los últi­mos artí­cu­los en español de su blog Settimo Cielo están en esta pági­na.
Todos los artí­cu­los de su blog Settimo Cielo están dispo­ni­bles en español desde 2017 hasta hoy.
También el índi­ce com­ple­to de todos los artí­cu­los en español, desde 2006 a 2016,

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